La necesidad de huir del dolor, viéndolo como un gran océano en el cual podemos tener dos caminos: encontrarnos o perdernos, y la capacidad de enfrentarnos a tal océano, porque finalmente todos somos víctimas de un naufragio emocional que se hunde en nuestra vida y nos lleva a perder lo que somos, sin embargo, más allá de eso encontramos las herramientas para emerger. Ya no está tal océano, encontró un nuevo camino para andar.